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BDSM, educativo para distinguir situaciones de abusos

Por Nico Eliceche

(Originalmente publicada en www.clapps.com.ar)

En todas las notas que escribí hasta el momento para #LatSex, la palabra CONSENSO creo que es una de las más nombradas. La idea siempre es mostrar que esas 8 letras no deben ser exclusiva de la cultura BDSM sino que debería estar incorporada de manera explícita en todas las relaciones sexuales. Investigando y leyendo sobre esta palabra y el mundo BDSM, me topé con una investigación bastante interesante que, entre otras cosas, mostraba la importancia de conocer la práctica BDSM para contrarrestar o disminuir el sexismo o las creencias que favorecen a las violaciones.

¿Por que?

El estudio fue llevado a cabo por la Psicologa Kathryn Klement para la Universidad del Norte de Illinois, titulado «Participar en una cultura de consentimiento podría estar asociado con menos cantidad de creencias que favorecen las violaciones» (Participating in a Culture of Consent May Be Associated With Lower Rape-Supportive Beliefs). La idea del trabajo fue analizar, estudiar y comparar como los individuos que pertenecían a una subcultura con normas de consenso afirmativa (BDSM), tienen una postura a creer menos en los estereotipos sexistas o en la cultura de culpar a las víctimas, relacionándolos con individuos que no formaban parte de ese “mundo”.

Los participantes fueron 68 personas elegidas al azar, 60 estudiantes del campus universitario y 57 individuos que practicaban BDSM. El grupo, entre otras cosas, tuvo que opinar y calificar entre 1 (fuertemente en desacuerdo) y 5 (fuertemente de acuerdo) una serie de frases y actitudes sexistas. Algunos ejemplos de las frases fueron: “Si una chica va a un cuarto sola con un chico en una fiesta, es su propia culpa si sufre abuso”, o “cuando una mujer va a una fiesta vistiendo ropa atrevida, está pidiendo problemas”. Frases típicas de la cultura de culpabilizar a las víctimas, que lamentablemente muchas veces leemos o escuchamos seguido.

¿Cuáles fueron los resultados?

Primero de todo, Klement, remarcó que, a raíz de los resultados, los practicantes del BDSM tienen un concepto y entendimiento más sano del sexo y del consentimiento, a su vez, el 84% respondió que “usar ropa atrevida” no significaba buscarse un problema, en tanto que del resto solo un 45% respondió lo mismo. ¡Menos de la mitad! Ni hablar de los comentarios sexistas, nuevamente los pertenecientes al BDSM no estaban de acuerdo en que la mujer necesita de la protección del hombre por ser más débil. Por el contrario, la psicóloga explicó que en la comunidad BDSM no se asume que la mujer va a ser la sumisa en la sesión.

Con este trabajo, intenta demostrar que los estereotipos que muchos tienen del BDSM (violencia, sexismo o sexo poco sano), está muy alejado de la realidad. Por el contario, conocer la práctica, de manera informativa no necesariamente practicándola, puede enseñar muchísimo en relación al sexo con consentimiento. Como remarco siempre, en las sesiones BDSM hay muchísima comunicación previa, no se presupone nada, todo se charla. También, durante la sesión, ese consentimiento puede ser retirado en cualquier momento sin la necesidad de que eso lleve a la violencia o problemas de una de las partes.

Por eso, la comunicación es fundamental, tanto previa como durante la sesión, ya que permite que los participantes se entiendan mejor, haya más seguridad y la experiencia sexual sea mejor. Pero esto no debe ser exclusivo del BDSM, en el sexo vainilla tiene que haber comunicación, tanto a la hora del consentimiento como a la hora de la relación, al fin y al cabo, uno mismo es el que mejor conoce su cuerpo, lo que le gusta y lo que lo excita.

Para finalizar, la psicóloga remarca que hablar de la cultura BDSM podría ser muy beneficiosa, sobre todo para combatir el abuso sexual que ocurre en los “campus de las Universidades” (tener en cuenta hacia donde estuvo enfocado este trabajo, pero se podría extender para ‘combatir las situaciones de abusos’). Esto podría realizarse ya que el acceso a la información puede ayudar a las personas a reconocer cuando una práctica sexual tiene efectivamente el consentimiento de todas las partes involucradas.